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¿Qué queda después de la COP? 3 reflexiones sobre turismo, bioeconomía e inclusión

Por 29 de November de 2025Noticias

La 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30) llegó a su fin tras celebrarse en Belém do Pará del 10 al 21 de noviembre. Un hito para el mundo, para Brasil y, especialmente, para la Amazonia brasileña. Por primera vez, el corazón de la selva tropical más grande del planeta acogió los debates climáticos más importantes del mundo. Estar allí, en diálogo directo con comunidades, organizaciones, gobiernos y empresas, no solo fue simbólico, sino urgente.

Para Raízes Desarrollo Sostenible, participar en la COP30 en diferentes agendas fue una oportunidad para reforzar algo que ya impulsa nuestro trabajo desde hace casi dos décadas: las soluciones climáticas deben surgir del territorio y reconocer a quienes cuidan el bosque todos los días.

A lo largo de la conferencia, parte del equipo de Raízes (las directoras Mariana Madureira y Jussara Rocha, además de la especialista en proyectos sociales, Tauana Costa) , asistió a reuniones en las que se debatieron temas como el turismo comunitario, la justicia climática y la bioeconomía. Más que registrar discursos, este texto busca reflexionar sobre lo que permanece, los legados de esta edición para nuestro trabajo, porque los grandes eventos terminan, pero los aprendizajes siguen abriendo caminos.

 

1 – La justicia climática comienza por reconocer a quienes ya viven los impactos todos los días.

En el encuentro Charla especial COP30: Justicia climática con emprendedores socioambientales, promovido en Espaço Folha, surgió un tema con fuerza: las poblaciones ribereñas y amazónicas ya sienten la crisis climática de manera desproporcionada. Mariana Madureira, cofundadora y directora ejecutiva de Raízes, destacó una paradoja difícil de ignorar: «Estamos hablando de sequías prolongadas, de falta de agua potable e incluso de hambre en la Amazonía». Esto en un territorio que, en teoría, es abundante en agua. La crisis climática ya es una rutina para quienes viven aquí».

Es en este contexto que el turismo, a menudo visto solo como ocio, se revela también como una herramienta de regeneración, siempre que se plantee de forma responsable. Ella refuerza: «El turismo tiene contradicciones». Puede generar un impacto negativo, como el overtourism y la huella de carbono, pero también puede ser profundamente transformador. El turismo sostenible valora los conocimientos tradicionales, genera ingresos y fortalece la conservación».

Cuando el turismo respeta la cultura y la naturaleza, se convierte en una estrategia de permanencia en el territorio, de autonomía y de justicia.

Esto es importante porque la crisis climática no afecta a todas las poblaciones por igual. Y eso es un hecho. Ya hemos hablado aquí varias veces sobre justicia climática. Y durante la charla Turismo y clima: caminos sostenibles en la Amazonía, celebrada en la Casa Brasil durante la COP, se impuso una realidad: quienes menos contribuyen a la crisis climática son quienes más la sufren.

Esto se expresa en varios frentes:

  • pérdidas en la producción de açaí, cacao y pesca debido a las sequías y al calor extremo;
  • inseguridad alimentaria en comunidades remotas;
  • impactos directos en las pequeñas empresas que dependen de los ciclos naturales;
  • dificultad para retener a los jóvenes en el territorio.

Es en este contexto donde el fortalecimiento local, la gobernanza y la visibilidad se convierten en respuestas esenciales. Fortalecer a los emprendedores significa ampliar la autonomía, mejorar la organización, profesionalizar los servicios y crear alternativas de ingresos capaces de resistir los períodos de inestabilidad climática. La gobernanza —con acuerdos colectivos, protocolos comunitarios y decisiones compartidas— ayuda a estructurar el turismo y el territorio, garantizando que los beneficios y las responsabilidades circulen entre todos.

2 – Turismo comunitario: la reconexión que puede hacer replantearse los caminos

Belém se convirtió en un escaparate vivo de la sociobiodiversidad amazónica durante la COP. Estar allí, conviviendo con pueblos originarios, ribereños y extractivistas, puso de manifiesto algo que Mariana sintetizó con precisión en el Roadshow de iniciativas locales como soluciones para la acción climática en el turismo del Ministerio de Turismo: «La COP en la Amazonía nos ayuda a ver otras formas de vida. Hay conocimientos ancestrales que son ciencia. Y estar aquí, conviviendo con los pueblos originarios y las comunidades tradicionales, nos hace comprender que tal vez la vida en las ciudades esté un poco distorsionada, que la forma natural es esta, integrada».

 

El turismo comunitario funciona con la misma lógica: acercar a las personas al bosque de una manera sensible y respetuosa, permitiendo experiencias reales, y no solo observaciones distantes. Esta reconexión saca a relucir una dimensión profunda. «Vivimos una crisis climática, pero también una crisis ética. Mientras todo gire en torno al dinero, seguiremos agravando las desigualdades y la destrucción medioambiental», reflexionó Mariana. Ver la naturaleza a través de los ojos de quienes la consideran sagrada y no un recurso nos hace replantearnos nuestra relación con ella.

El ejemplo de la Ruta Combú, una iniciativa de Sebrae Nacional, en colaboración con Sebrae Pará y con Raízes como socio ejecutor, lo demuestra en la práctica. Los emprendedores locales están encontrando en el turismo una alternativa para mantener la selva en pie. Como Charles, uno de los emprendedores locales, que antes talaba árboles y hoy vive de la producción de açaí y del servicio directo a los visitantes, «él [el emprendedor] ya no tala árboles para sobrevivir y ni siquiera necesita vender su açaí en el mercado». El turista consume todo allí mismo con el valor añadido de la experiencia. Esto cambia vidas y cambia la lógica de la economía local».

El turismo en este contexto ejerce un soft power o poder blando. En lugar de enfrentamientos, creemos que la fuerza de los pequeños cambios, de las sutiles microrevoluciones, es capaz, en conjunto, de mover grandes estructuras.

En el panel El futuro del turismo y la importancia de los actores locales, Jussara Rocha destacó cómo la presencia de las comunidades en todas las etapas de los procesos transforma no solo el turismo, sino también el sentimiento de pertenencia y autonomía en los territorios. Utilizó la experiencia de la Ruta del Combú como ejemplo vivo de esta construcción colectiva:

«Estar aquí presentando la Ruta del Combú es mostrar una iniciativa que nació totalmente de las manos de los emprendedores de la isla, con su participación, legitimidad y opinión en cada decisión. Cuando la comunidad construye junta, asume la gobernanza, entiende el proceso y se reconoce en él, el producto pasa a ser también suyo».

Jussara también reforzó cómo esta lógica se conecta con otras experiencias en la región, recordando las palabras de Adriana Lima, coordinadora del Movimiento Mujeres de las Islas de Belém (MMIB), presente en el panel. A partir de su trabajo en la isla de Cotijuba, Adriana demostró que, cuando el turismo comunitario está liderado por los residentes, los beneficios se extienden a toda la isla: desde la producción de alimentos hasta la artesanía, pasando por proyectos sociales dirigidos a los jóvenes y otras cadenas activadas a partir de la actividad turística.

3 – La bioeconomía es más que una «tendencia», es llevar los recursos donde se necesitan

Entre los debates, otro elemento cobró relevancia: el mundo está, por fin, mirando hacia la bioeconomía, un modelo de producción basado en el uso de recursos biológicos que tiene como objetivo ofrecer soluciones sostenibles para los sistemas de producción.

Hay interés, inversión y deseo de comprender cómo los negocios sostenibles pueden crecer arraigados en la selva. Este cambio de atención abre las puertas a nuevas estéticas, nuevos consumos y nuevas narrativas. «Lo que antes se consideraba periférico ahora está pasando al centro. Se trata de orgullo, de visibilidad, de narrativas que se afirman», dijo Mariana. 

La artesanía indígena, los cosméticos amazónicos, los alimentos autóctonos y las prácticas tradicionales están ganando visibilidad, no como tendencias pasajeras, sino como afirmaciones políticas y de identidad. Para que este movimiento sea justo, es necesaria la articulación entre empresarios, comunicadores, gobiernos y consumidores. No se trata solo de mercado, se trata de relación, cuidado y valoración.

La visibilidad completa este proceso al conectar a las comunidades con el mundo. Cuando las historias, los productos y las experiencias ganan alcance, surgen más oportunidades de negocio, reconocimiento y circulación de ingresos. 

¡Fortalecer a las personas es fundamental! «La conservación necesita gente. Las personas que viven allí son los guardianes del bosque», reflexiona Mariana. 

La Conferencia dejó claro que no es posible hacer frente a la crisis climática sin escuchar y fortalecer a quienes viven en la Amazonía. La selva no es un escenario. Es un sujeto. Es presente y es futuro.

Salimos de la COP30 con la certeza de que el camino es colectivo, tejido por pequeñas y grandes acciones que transforman la relación del mundo con las personas, el medio ambiente y la naturaleza, sobre todo con la Amazonía. Y seguimos, como siempre, al lado de las comunidades y los profesionales que hacen de este territorio un lugar de poder.