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La caída del cielo: aprendizajes Yanomami para replantear nuestras conexiones con la Tierra

Por 30 de May de 2025May 31st, 2025Noticias
Yanomami

En nuestro último viaje literario con el Club de Lectura Raízes, nos sumergimos en La caída del cielo, una obra que va más allá de la página y nos invita a reflexionar profundamente sobre la vida, la espiritualidad y el vínculo inextricable entre las criaturas y la naturaleza. Narrado por Davi Kopenawa Yanomami y escrito por Bruce Albert, este libro es un testimonio vivo de la sabiduría de los antepasados yanomami y un recordatorio de las devastadoras consecuencias de la invasión y destrucción de sus territorios

Fueron nueve meses de lecturas y encuentros en un proceso que requirió presencia, sensibilidad y voluntad de afrontar la incomodidad de no entenderlo todo de inmediato. El trabajo nos animó a ir más despacio, escuchar con más atención y dejar que las palabras resonaran antes de intentar traducirlas a través de los filtros de nuestra mirada occidental. Ha sido un viaje compartido y transformador.

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¿Qué debatimos?

Durante nuestras reuniones surgieron debates sobre la importancia de demarcar las tierras indígenas y la lucha constante por preservar espacios que son sagrados y fuente de vida. Reflexionamos sobre cómo la oralidad, hilo conductor de los conocimientos ancestrales, se ha visto debilitada por las presiones del mundo contemporáneo y la lógica de la aceleración.

La pérdida de confianza en la escucha y en la transmisión de historias entre generaciones resonó en nosotros como un espejo. Nos dimos cuenta de cómo esto también nos atraviesa, incluso lejos del bosque -en nuestros contextos urbanos, académicos y afectivos-, donde tan a menudo se pierde el tiempo para el encuentro y el cuidado de la palabra.

La espiritualidad yanomami, profundamente entrelazada con la selva y todos los seres que la habitan, nos llama a repensar nuestra forma de relacionarnos con lo invisible, con el tiempo y con lo sagrado. Las prácticas chamánicas, los rituales con los yãkoana y la presencia de los xapiris revelan una cosmología viva, compleja y generosa que desafía las visiones occidentales y nos invita a cultivar una escucha más sensible, comprometida y respetuosa.

Como grupo, sentimos que esta escucha requiere entrega. Requiere una pausa. Exige dejar las certezas para otro momento. Y nos recuerda que aprender -aprender de verdad- es también dejarse tocar, estar abierto a la transformación y reconocer que hay conocimientos que no caben en los libros, sino en las relaciones.

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Autonomía y resistencia: la fuerza del pueblo yanomami frente a los desafíos contemporáneos

Las reuniones del club fueron espacios de escucha activa y de intercambio generoso. Surgieron poderosas reflexiones sobre la relación entre vida, muerte y espiritualidad. Uno de los pasajes que más conmovió al grupo planteó la idea de rechazar la muerte y cómo el apego moldea nuestros vínculos, elecciones y formas de estar en el mundo. Fue una invitación a mirar hacia dentro, a nuestros propios miedos y a la forma en que afrontamos el final de las cosas, no sólo en el plano físico, sino también en los ciclos que terminamos en la vida cotidiana.

Discutimos la función de los chamanes y el papel de los shapiris como guías y sanadores, haciendo hincapié en la delicadeza y profundidad de la relación entre el mundo visible y el invisible. La cosmología presentada en el libro nos llevó a reflexionar sobre el compromiso y la responsabilidad que implica el contacto con el conocimiento ancestral.

El camino chamánico, narrado por Kopenawa, se percibía como una inmersión en las sombras y también como un proceso de conexión profunda con el bosque, los espíritus y el colectivo. Había un sentimiento de reverencia, casi una llamada a reducir la velocidad para escuchar de verdad.

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Vivir a su manera: diversidad, dignidad e inteligencia colectiva

También hablamos de la organización social de los yanomami y de su búsqueda de autonomía frente a las intervenciones externas. Los intercambios revelaron cómo los indígenas se resisten a la imposición de estructuras que no dialogan con sus realidades y reafirman su deseo de vivir según sus propias formas de ser. La diversidad entre pueblos, las lenguas habladas, la relación con los bienes de consumo y el territorio se percibieron como expresiones de una inteligencia colectiva que valora la pluralidad.

Y reflexionamos sobre cómo este deseo de autonomía es a la vez una defensa y una afirmación de la dignidad, un recordatorio de que no basta con proteger el bosque: también debemos reconocer los conocimientos y las decisiones de quienes lo habitan.

Al final de esta lectura, llevamos con nosotros no sólo los conocimientos adquiridos, sino una transformación interior que nos impulsa a actuar con mayor conciencia y responsabilidad.

La sabiduría yanomami nos enseña que cuidar la Tierra es, ante todo, cuidar de nosotros mismos y de las generaciones futuras. Escuchar lo que el cielo y el bosque tienen que decirnos, incluso cuando el lenguaje se nos escapa, es un ejercicio continuo de presencia y respeto.