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Regenerando relaciones: un llamado a revivir la conexión humana

Por 7 de October de 2025Artículos, Noticias

El debate contemporáneo sobre la regeneración ambiental y la necesidad imperiosa de construir un futuro armonioso y sostenible ha ganado prominencia mundial. Este enfoque está impulsado por desafíos crecientes como el cambio climático, la degradación de los ecosistemas y la escasez de recursos, que requieren una reevaluación profunda de nuestra relación con el planeta. Sin embargo, es esencial reconocer que la regeneración no se restringe a la esfera ecológica, sino que se extiende a otras esferas cruciales de la existencia, como las dimensiones social, económica, cultural y psicológica.

El término “regeneration”, o “regeneración”, del latín re-generare (“nacer de nuevo”), tiene una trayectoria conceptual rica y compleja. Se utiliza en varias áreas del conocimiento para describir procesos de renovación, reparación, restauración o renacimiento. En biología, se refiere a la capacidad de los organismos para reconstruir tejidos u órganos perdidos, como la regeneración de una extremidad en una salamandra; en teología, evoca la idea de un renacimiento espiritual o moral; en urbanismo, describe la revitalización de áreas degradadas, transformándolas en espacios vibrantes y funcionales; y en las ciencias sociales, se aplica a la reconstrucción de las comunidades después de los conflictos o a la revitalización de los lazos sociales debilitados.

En este sentido, la aplicación del concepto de regeneración a  las relaciones humanas, y a la interconexión intrínseca entre ellas y el medio ambiente, se vuelve esencial. La regeneración social proporciona la recreación de posibilidades de colaboración, empatía y confianza, elementos vitales para el establecimiento de una existencia plena, armoniosa y sostenible.

En un mundo cada vez más interdependiente y complejo, la capacidad de cooperar y confiar unos en otros es fundamental para abordar los desafíos globales, resolver conflictos y construir comunidades resilientes.

Más que una mera aspiración, la regeneración de las relaciones humanas es una condición intrínseca para nuestra propia supervivencia como especie y la salud del planeta que habitamos, ya que la fragmentación social y la desconfianza mutua impiden la acción colectiva necesaria para abordar las crisis existenciales.

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Foto: Şeyhmus Kino/Pexels

La degeneración de las relaciones en la modernidad

La preocupación por la calidad y la estructura de las relaciones humanas es tan antigua como la filosofía misma. Los pensadores griegos, como Aristóteles, ya estaban explorando la importancia de la philia (amistad / amor cívico) para  la vida de la polis (ciudad, vida colectiva) y el florecimiento individual (eudaimonia), lo que indica una visión de que la interconexión saludable y la virtud cívica eran esenciales para la naturaleza humana y la prosperidad de la comunidad. Sin embargo, la noción de que las relaciones pueden degenerar y, por lo tanto, necesitan ser regeneradas, ha ganado protagonismo con las transformaciones de la modernidad y el costo que la vida moderna conlleva para los humanos, especialmente a través de la complejización de las estructuras sociales y económicas.

Esta degeneración es analizada profundamente por los conceptos clásicos de alienación y extrañamiento. Karl Marx criticó la alienación socioeconómica del capitalismo, donde el trabajo y el producto se vuelven ajenos al individuo, y la competencia instrumentaliza las relaciones humanas, erosionando la solidaridad. Max Weber abordó el extrañamiento resultante de la racionalización y el “desencanto del mundo”, donde la burocratización de normas impersonales ahoga la autonomía y transforma las interacciones en meras transacciones formales.

En el campo psicoanalítico, Sigmund Freud reveló el “malestar en la civilización”, resultado de la represión de las pulsiones en nombre del orden social, que conduce a la insatisfacción y dificulta las relaciones auténticas. Jacques Lacan complementa postulando que la identidad misma está constituida por la alienación en el lenguaje y el deseo del Otro, generando una división que impide una relación transparente con uno mismo y con los demás. Aunque con diferentes enfoques, estos teóricos convergen al demostrar cómo las estructuras modernas (económicas, sociales y psíquicas) han contribuido a socavar la confianza, la empatía y el sentido de comunidad.

Esta base teórica adquiere aún más resonancia crítica en los tiempos contemporáneos, donde la lógica dominante ha impuesto un alto costo a la salud mental y física y a la calidad de las relaciones.

El enfoque exacerbado en la productividad, que instrumentaliza el tiempo y la vida de las personas, y el patriarcado persistente, que perpetúa las jerarquías y las desigualdades, exacerban la alienación y el distanciamiento.

Tales factores dificultan la construcción de vínculos auténticos y empáticos, transformando la regeneración de las relaciones no solo en una urgencia social, sino en un imperativo para el bienestar individual y colectivo en una sociedad que se siente cada vez más fragmentada y desconectada.

Caminos hacia la regeneración: ética, diálogo e interdependencia

Frente al escenario de relaciones degeneradas y profundamente alienadas, la búsqueda de caminos para la regeneración se convierte en un imperativo, y varios pensadores contemporáneos ofrecen  marcos valiosos. Martin Buber, por ejemplo, introdujo la distinción entre la relación Yo-Tú y Yo-Ello: la primera, un auténtico encuentro de reciprocidad y reconocimiento mutuo, contrasta con la segunda, que instrumentaliza a la otra. La regeneración, desde el punto de vista de Buber, requiere la primacía del Yo-Tú, un diálogo genuino que se opone a la cosificación y la instrumentalización.

Además, Joan Tronto desarrolló la ética del cuidado, que enfatiza la interdependencia y la responsabilidad mutua, valorando el cuidado como una práctica moral y política central. Esta ética parte de la vulnerabilidad humana y la necesidad intrínseca de cuidados de por vida, invitándonos a reconocernos y apoyarnos unos a otros y al medio ambiente.

Además, Bruno Latour desafía el antropocentrismo al proponer que somos “terrestres” que necesitamos aprender a “componer lo común” con una multiplicidad de “actantes”, humanos y no humanos. Para Latour, la regeneración de las relaciones humanas está intrínsecamente ligada a nuestra relación con el planeta, requiriendo una reorientación hacia Gaia y la construcción de nuevas formas de convivencia. Estas perspectivas, que trascienden la lógica individualista e instrumental, ofrecen un marco teórico robusto para reimaginar y reconstruir las conexiones humanas, promoviendo el diálogo auténtico, la ética de la interdependencia y una profunda reconexión con el entorno, esencial para superar la fragmentación y lograr una convivencia significativa y sostenible.

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Foto: Mike Derkach/Pexels

Frente a los múltiples desafíos que caracterizan la era del Antropoceno, desde la crisis climática hasta la proliferación de la violencia en sus diversas facetas, la regeneración en todas las esferas emerge como un imperativo urgente. Como se analizó a través de la lente de Marx, Weber y Freud, las patologías de la modernidad, arraigadas en procesos de alienación económica, social y psíquica, fragmentaron las relaciones humanas, transformando la philia en extrañamiento y la convivencia en conflicto. Sin embargo, las propuestas de pensadores como Buber, Tronto y Latour ofrecen un faro para la reconstrucción, indicando que superar la instrumentalización en favor del encuentro auténtico, el cuidado recíproco y la interdependencia planetaria es el camino hacia un nuevo paradigma de existencia.

En este sentido, priorizar el “Yo-Tú” de Martin Buber, practicar la “ética del cuidado” de Joan Tronto y el “componer lo común” de Bruno Latour significa adoptar una actitud intrínsecamente colaborativa. Esto implica considerar al otro, ya sea humano o los elementos del mundo natural, como una parte esencial de la vida de uno, reconociendo la interconexión fundamental de todas las existencias. Tal postura requiere renunciar al interés meramente individual en favor de consideraciones más amplias, forjando relaciones basadas en la alteridad y el reconocimiento mutuo, que superan la fuerza del enfoque en la productividad y las estructuras del patriarcado, que han costado la salud y la calidad de las conexiones.

Repensar la educación para cultivar la empatía

A nivel social más amplio, la realización de esta regeneración requiere una profunda transformación paradigmática que reoriente nuestras prioridades y prácticas diarias. Esto se traduce en repensar la educación para cultivar la empatía y la escucha activa, desarrollar políticas públicas que integren el cuidado en todas sus dimensiones -desde la salud hasta la asistencia social-, diseñar espacios urbanos que fomenten el encuentro y la colaboración, y reorientar los sistemas económicos hacia el bienestar y la circularidad. La regeneración, por lo tanto, trasciende la mera reparación o sostenibilidad, buscando una evolución hacia un mayor nivel de salud y funcionalidad para las personas, las comunidades y el planeta, construyendo un mundo donde las relaciones sean más resilientes, empáticas y colaborativas.

Aunque estas propuestas son desafiantes y pueden parecer depender principalmente de acciones gubernamentales y sistémicas, la regeneración es un proceso continuo que también se nutre profundamente del compromiso individual.

Es crucial reconocer que la actitud personal de cada uno, a través de las relaciones que cultivan diariamente, tiene un poder transformador capaz de generar un impacto positivo en el medio ambiente. Al adoptar una visión del futuro en la que se celebre la interdependencia y la diversidad sea una fortaleza, podemos allanar colectivamente el camino para un mundo en el que las acciones humanas estén marcadas por la confianza, la solidaridad y un profundo sentido de pertenencia, un futuro en el que la sostenibilidad medioambiental sea intrínseca a la vitalidad social, y en el que la vida misma pueda,  de hecho, para “nacer de nuevo” en toda su plenitud.

 

Por Lizandra Barbuto

 

Referencias

BUBER, Martín. Tú y yo. Traducción, prefacio y notas Newton Cunha. São Paulo: Centauro, 2001.

FREUD, Sigmund. El malestar en la civilización. Traducido por Paulo César de Souza. São Paulo: Companhia das Letras, 2020. (Obras completas de Sigmund Freud, v. 18).

LATOUR, Bruno. Frente a Gaia: ocho conferencias sobre el nuevo régimen climático. Cambridge: Polity Press, 2017.

MARX, Karl. Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Traducido por Ana María Ranieri. São Paulo: Boitempo, 2004.

MARX, Karl. El capital: crítica de la economía política. Libro I: El proceso de producción del capital. Traducido por Rubens Enderle. São Paulo: Boitempo, 2013. v. 1.

TRONTO, Joan C. Límites morales: un argumento político para una ética del cuidado. Nueva York: Routledge, 1993.

WEBER, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Traducción y notas Antonio Flávio Pierucci. São Paulo: Companhia das Letras, 2004.